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Últimamente mis mellizos están de lo más monos, pero no de guapos ni de simpáticos, que también, sino en el sentido más literal de la palabra.
Tampoco lo digo por el hecho de que trepen constantemente a todos los lados, llegando a subirse a lugares realmente inverosímiles, algo que ya a estas alturas ni siquiera me sorprende. Realmente me sorprende mucho más que aún no se hayan abierto la cabeza (y toco madera…).
Recuerdo como cuando era pequeña mis hermanos se metían conmigo y me llamaban “mono imitamonos”, como el personaje del famoso cuento que se dedicaba a realizar trastadas y a imitar a los humanos. Ciertamente estamos en plena fase de imitación, pero imitación selectiva eso sí; vamos, que las cosas malas las copian rápidamente, pero si uno de mis mellizos se porta especialmente bien o me obedece a la primera, el otro se queda como si viera llover.
Lo peor no es que se copien entre ellos, sino que están empezando a copiar lo que hacemos los mayores, y la autora de este texto, una madre deslenguada donde las haya, aún no es consciente de que tiene que empezar a moderar su lenguaje urgentemente.
Y así es como me gané una buena bronca por parte de la abuela de las criaturas, que a su vez es también mi santa madre, cuando el otro día subió acompañada de mi perro a despertarles de la siesta y uno de ellos soltó con total naturalidad: “B., ¡Joder!”.
Para que entendáis bien lo que pasó os aclaro que B. es el nombre de mi pobre y sufrido perro, el cual además en los últimos meses está medio senil debido a la edad y no deja de comportarse como un cachorrito maleducado. ¿O será efecto del mimetismo ambiental? En cualquier caso, se pasa el día tratando de robar comida y otro tipo de cosas que no hacía desde que tenía ocho meses. Y claro, yo que ando siempre estresada, me paso el día detrás suyo diciendo cosas como “B. joder, deja de robar galletas” o “B. joder, deja de hacer agujeros”. Pero claro, mis mellizos no se quedaron con las lecciones de civismo sino sólo con la primera parte de la frase, o sea, “B. joder”.
Pero tampoco era eso lo que os venía a contar. Y es que dispongo de estudios científicos que avalan que la similitud entre mis mellizos y los monos va mucho más allá de todo lo que os acabo de relatar.
Hace tiempo leí que habían realizado un curioso experimento con monos, concluyendo que estos tienen un sentido de la justicia muy similar al de los humanos. El experimento consistió en darles un premio después de un juego, primero individualmente y después en compañía de sus congéneres, para ver si comparaban los distintos premios recibidos. ¡Y vaya si lo hacían!
Ciertamente, mis mellizos también están desarrollando un avezado sentido de la justicia en las últimas semanas. Si le das un plato azul a uno, le tienes que dar un plato exactamente igual al otro; si le das un cuenco a uno, ni se te ocurra darle un plato llano al otro… ¡Hasta los tenedores tienen que ser del mismo color!
El problema, además de revestir de un cierto impacto financiero (¿Duplicar el menaje de hogar o tener broncas diarias?), se agudiza cuando el objeto litigioso es, por ejemplo, una medicina. No os podéis imaginar el problema que me supone que uno de los mellizos se ponga enfermo y el otro no, y nada de fingir que al mellizo sano le doy también medicina dándole agua o cualquier placebo porque no son nada tontos.
Quien más está llevando esta fase “tan mona” al extremo es mi hija, hasta el punto que mira automáticamente a su hermano antes de responder en sentido positivo o afirmativo a cualquier pregunta. Por ejemplo, si viene sudando de la calle y le ofrezco quitarle el abrigo, mira a su hermano que lo lleva puesto y me responde rotundamente que no, así se muera de calor el resto de la tarde. Al minuto viene mi hijo a pedirme que le quite el abrigo, y entonces aparece ella detrás llorando como una magdalena. Y así con todo; comer, quitarse el chupete, meterse en la bañera, cambiarle el pañal…
En lo único en lo que no claudica mi niña es en el hecho de comer sola. Mi hijo siempre me pide que le de yo de comer pero ella no, le gusta comer por sí misma y se indigna si le propones cualquier tipo de ayuda aunque sólo acierte a meterse en la boca uno de cada cinco macarrones (el resto suelen aparecer dentro del pijama). Ella es así, puro carácter, ¿A quién habrá salido?
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Me parto!!! Esto promete!!! 😉
Iba a escribir sobre otra cosa pero esta mañana dándoles de comer me he inspirado…
jajaja, me encanta como lo describes, nos pasa los mismo, mis mellis de 29 meses, hacen lo mismo, uno es un loro, te repite todo lo q dices (el otro dia en la guarde la profe me dijo q lo llevaba todo el dia detrás repitiendo todo lo q decía) y a la hora de vestir o comer, también lo mismo, si uno lleva chaqueta el otro también tiene q llevar, y si uno tiene la cuchara el otro la quiere, si a uno le dibujas un sol al otro tb…………. y con las medicinas, ufff, les encantan los dos a esperar q les des y te piden mas, si uno se da un porrazo el otro va y se cae……
Me gusta mucho tu blog, gracias por compartir con nosotros tus experiencias, asi podemos comprobar q a muchos multipapis están en nuestra misma situación.
Muy bueno!!! 100% cierto, los mios ( 33 meses) estan en plena etapa mono !! Y creo k va para largo…^^
Ni siquiera creo que duplicar el menaje sea la solución, porque a veces se pelean hasta por un objeto aunque haya dos idénticos. Ejemplo: mis hijas con los orinales. De Ikea, verdes, idénticos, más básicos imposible. Pues se pelean por uno de ellos. He llegado a mirarlos con detenimiento a ver si existe alguna diferencia que se me escapa, pero nada, no encuentro nada. Y sigo sin entenderlo.
Por cierto, los tirones de pelo y empujones están a la orden del día, no sé si los tuyos con eso de ser niña y niño se tratarán un poco mejor.