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«Desde que he vuelto a trabajar mi hija melliza me «castiga»… Cuando está con otra gente está genial, jugando, riendo, sin quejarse para nada. Pero en cuanto me ve empieza a llorar mirándome para llamar mi atención y que la coja en brazos.
Si ignoro esta conducta, pues se que no le pasa nada, se pone histérica… Y si la cojo después no quiere que la suelte. Con el agravante que entonces mi hijo también quiere que lo coja porque tengo menos margen para jugar con él.
¿Qué hago? ¡No puede ser que si me ve a mi ya no quiera estar con nadie mas!» Belén
Hola Belén:
No creo que la conducta de tu hija (llorar cuando apareces por la puerta), sea una manera de castigarte. Esa es una interpretación tuya. Sus motivos del llanto son distintos.
Tu hija en tu ausencia te echa de menos y tiene que adaptarse al entorno de la guardería (o de su abuela o una canguro si son ellas las que le cuidan), lidiar con roces entre ella y sus compañeros, esperar su turno y procurar que la oigan cuando algo le pasa. Por tanto, lógicamente hay momentos en que te echa de menos y se siente tensa o triste.
Cuando finalmente te ve, todas estas vivencias salen a flote. Durante tu ausencia aún controlaba sus emociones más fuertes, pero una vez que siente tu cercanía, éstas afloran. Es este cúmulo de sentimientos el que le hace romper en llanto.
Los niños pequeños siempre guardan sus emociones más intensas para sus padres. Vosotros sois su puente seguro al cual regresar. La niña deja de lado su control y expresa ante tí sus emociones más angustiosas. No es un castigo, sino una manera para decir: ‘Mamá, menos mal que estás aquí. Te he echado de menos. ¿Sabes lo que me pasó?’. Y las experiencias que te quisiera contar, si pudiera, serían como: ‘Pablito me empujó, Isa me quitó un juguete, la comida sabía muy rara y cuando lloré, la seño no me hacía los mimos que tú me haces’.
Su llanto expresa también su alegría por volverte a ver.
Es bueno que la cojas en brazos y le prestes atención en estos momentos. Si el hermano se queja, ya que también quiere su parcela de atención tuya, invítale a este abrazo familiar. Y al momento, cuando ya empiecen a pesarte estos dos cuerpecitos, llévalos a un columpio si tienes uno cerca o cualquier objeto que les atraiga.
Tu última frase (‘no puede ser que si me ve a mí, no quiera estar con nadie más’) me deja algo perpleja: Ten en cuenta que tú como madre eres su persona más importante en la vida. Quizás esto te agobia, pero es la realidad de una niña pequeña.
Cuánto más capaz seas de estar por ella, más aprenderá a desligarse de ti con el tiempo, pero en los primeros años de vida la figura materna (y también la paterna) es muy importante. Y ten en cuenta que tus hijos ya tienen que compartirte siempre.
A medida que tu hija madure, cada vez se sentirá más segura y sabrá mejor anticipar (sabrá que volverás a recogerla). Así que con el tiempo las despedidas y los reencuentros serán cada vez más fáciles. Se paciente.
Un saludo muy cordial,
Coks Feenstra
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