Tuve el placer de asistir por tercera vez al Festival de Gemelos que se va haciendo año tras año en México (también fui en el año 2000 y 2004). Lo organiza la Asociación de Nacimientos Múltiples de México. Son varios días de convivencia en el que se realizan actividades como charlas, excursiones y talleres. Para los niños hay juegos y actividades lúdicas.
Este año se celebró en la ciudad San Miguel de Allende, a unos 350 kilómetros al norte de México Distrito Federal. Una bella localidad histórica que guarda recuerdos de un pasado colonial como se puede apreciar en sus iglesias, casas y calles. Un entorno histórico y muy bien cuidado.
Un reencuentro tras 15 años
Los primeros gemelos que acudieron fue una familia proveniente de Monterrey (a unas 8 horas en coche del lugar del festival). Eran padres con sus gemelas de 20 años. Enseguida reconocí a los padres que conocí en el año 2000 cuando el festival se celebró en San Luis Potosí. Pero estas bellas jóvenes que les acompañaban, ¿Eran realmente las mismas gemelitas tímidas que conocí allá? Pues sí.
Ante mi gran alegría vi que las niñas tímidas que conocí hace 15 años, ahora eran unas chicas guapas y mucho menos tímidas. Se desenvolvían con una soltura que en aquel entonces no había podido predecir. En aquel año su extrema timidez me tenía algo preocupada, ya que en los gemelos ésta tiende a aumentarse. Sin quererlo, ellos o ellas se refuerzan en esta característica innata. Y el ejemplo de ‘Las gemelas que no hablaban’ siempre está en mi mente (el así llamado libro de Marjorie Wallace).
Fue un reencuentro feliz. En uno de estos días hablé detenidamente con la madre. Sentí curiosidad por saber cómo se les había ido a sus niñas en todo este tiempo y si había solicitado alguna vez ayuda psicológica para ellas. La madre me contó lo siguiente:
«Yo también estaba algo preocupada por su timidez. Siempre, ante cualquier persona que se les acercaba, se escondían tras mí. Apliqué un truco: les vestía muy guapas para que llamaran la atención. Así que, cuando íbamos a salir, toda la gente les hablaba.
No les agradó, pero hice de tripas corazón. Esperaba que ellas con el tiempo se fueran acostumbrando y fueran entendiendo que no había motivo para esconderse. Y fue así, se acostumbraban poco a poco.
También les apunté, ya a sus cuatro años, a actividades extraescolares, como gimnasia. Iban juntas, pero por lo menos estaban con más niños. Luego vinieron otras actividades, como por ejemplo el nado sincrónico. Ellas lo hacen perfecto, porque se mueven de modo idéntico. Da gusto verlas. Como es un trabajo en equipo, también les viene bien.
En cuanto al colegio, yo les preguntaba cada curso qué era lo que ellas querían. Querían estar juntas, así que lo hicimos así. En su caso no habría sido bueno separarlas, porque hubiera acentuado aún más su timidez. Pero cuando tenían 12 años, por motivos del colegio, estaban por primera vez en aulas distintas. Sufrían mucho, pero también les vino bien. En los cursos posteriores hasta los 16 años, estuvieron de nuevo juntas. Y ya en el preparatorio (los últimos años de Secundaria) fueron de nuevo separadas. Ahora en la universidad -ambas estudian medicina- están colocadas en grupos distintos. No les gusta, pero esto lo determina la universidad. Y se conforman.
La gemelaridad es algo impresionante y especial. Mi motivo para asistir a estos festivales –casi fuimos a todos- se remonta a mi deseo de entender mejor su mundo. Y vemos que también a ellas les hace bien’.
También hablo con ellas y me comentan que, aunque no les gusta estar en grupos distintos como ahora en la Universidad, les ayuda a encontrar al propio ‘yo’. Cuando pregunto cómo ven su futuro, me comentan que se ven con familia e hijos; cada una con la suya, pero estando cerca. Una quiere estudiar pediatría y la hermana se decanta por la psiquiatría.
En los días del festival veo cómo se relacionan con otros gemelos de su edad y cómo juegan con los más pequeños. A muchos ya los conocían de otros años.
Es obvio que este tipo de festivales no solo son un apoyo para los padres, sino también para los mismos gemelos. Ellos y ellas encuentran en los participantes algo de sí mismos que no viven con los no-gemelos. Hay algo que les une, sin que haya necesidad de explicarlo.
Los gemelos siempre crean un ambiente de alegría y risas compartidas que nos contagia a todos. Esta vez no es una excepción.
Fue un placer saberme rodeada de nuevo de gemelos, verlos ‘platicar’, reírse, bailar y -¿cómo no?- tomarse fotos.
Y como siempre, aprendí de nuevo mucho de ellos. En el próximo post os contaré un poco más.
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Quisiera saber donde realizan esas convenciones o Festival de Gemelos? Soy Gemela y me gustaria asistir a una de ellas.
Alguien sabe si se realizara un Festival de Gemelos 2017?