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Lo que más odian los gemelos y mellizos

Coks Feenstra

Por Coks Feenstra

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Muchas personas se hacen buenos propósitos para el año nuevo, los padres incluidos. Por tanto, se me ocurrió la idea de exponer en el blog de esta semana, recién estrenado el año 2018, aquellos fenómenos que los hijos de partos múltiples detestan. Siempre es bueno saberlo para así poder rectificar. Vuestros hijos gemelos, mellizos y trillizos os lo agradecerán.

 

¿Qué es lo que los gemelos y mellizos detestan?

Para empezar, no solo son los padres los que cometen estos errores (bien intencionados, sin duda), sino también el entorno, como familiares, amigos, vecinos, maestros etc.

Pero creo que si vosotros, los papás, conocéis estos temas, será más fácil educar también al entorno sobre aquello que a los gemelos les molesta mucho y que a veces se les queda toda una vida grabado en su mente.

 

1. Los gemelos y mellizos odian las comparaciones

Todos los adultos comparamos a los niños. Decimos que Juan es muy abierto, mientras Emilio es mucho más tímido y cerrado.

Lo malo de las comparaciones es que casi siempre contienen algún juicio, porque en la mayoría de las veces una característica está más valorada que la otra; como por ejemplo aquí la extroversión de Juan.

¿Por qué comparamos? Es una manera para distinguir a los hijos.

También lo hacen los padres de hijos de distintas edades, pero mucho menos. Al tener edades distintas los hermanos no gemelos se comportan de modo distinto y las diferencias son obvias.

En caso de gemelos necesitamos las comparaciones para poder distinguir entre los niños. Así que la tendencia a comparar en sí es lógica, pero debemos controlarla y evitar hacerlo en su presencia, con ellos delante. Como me decía una gemela adulta: ‘Como niña no entendía este costumbre de compararnos continuamente y ahora como adulta aún lo entiendo menos. Somos dos personas únicas’.

Otra gemela lo resumía así: ‘Lo de comparar a los gemelos lo veo realmente como  cruel. La gente no se da cuenta del efecto que tiene en los niños’.

 

2. Los gemelos y mellizos odian las etiquetas

A base de estas comparaciones,  solemos definir a los niños  mediante etiquetas (uno es ‘el obediente’, el otro es ‘el trasto’). Olvidamos que los niños están en un proceso de evolución continua. Nada está escrito con una pluma imborrable.

Con el tiempo Juan puede volverse más cohibido, mientras que Emilio empieza a abrirse más.  Además, las etiquetas funcionan como una profecía que se cumple por sí sola (en inglés: the self fulfilling profecy). Si a Emilio se le dice siempre que es tan tímido y cerrado, es probable que este mensaje se vuelva realidad. Los niños  basan su auto-concepto en los comentarios y las observaciones que realizan sus padres (y el entorno) sobre ellos.

Las etiquetas, además, muchas veces contienen un contraste: uno es ‘el pensador’ y el otro ‘el activo’. O uno es ‘el deportista’ y el otro ‘el estudioso’.  Y la realidad siempre es más compleja y tiene muchas más matices.

A veces las etiquetas resultan realmente ridículas. A Ana le llamaban la alta y la robusta (de complexión fuerte); a su hermana la bajita y la delgada. Pero tanto en una como en la otra sus tallas y sus pesos estaban dentro de la normalidad. Solo entre ellas existía una diferencia, pero esta no justificaba en absoluto estas etiquetas. Y lo malo es que ambas seguían sintiéndose así hasta la edad adulta. Ana siempre tenía la idea de que tenía que adelgazar. Y su hermana se veía como muy poquita cosa. Unas mellizas adultas me dijeron lo siguiente: ‘Cuando éramos pequeñas, siempre oíamos las mismas frases. Ah, mira, ella es rubia y llenita. Y la otra es morena y delgadita. Nosotras ya de por sí éramos tímidas y esto agravó nuestra timidez’.

 

3. Los gemelos y mellizos odian ser tomados como el responsable o la portavoz del hermano gemelo

No pocas veces los padres y profesores preguntan a uno sobre el otro. ‘Tu hermano ha hecho……¿Sabes qué le pasa? Dile a tu hermano que…..’  Cada uno es responsable de sus acciones y no de las del otro. Así que hay que hablar con cada gemelo o mellizo por separado, igual como se haría en caso de hijos de distintas edades.

No es fácil corregir estos errores si son infligidos por el entorno. Una madre me dijo: ‘Si tengo la reunión en el colegio para hablar de mis gemelos, la maestra me describe sus conductas siempre comparando uno con el otro. Pero yo cada vez se lo digo y le repito que por favor hablemos primero de uno y luego de otro. Es la única forma de conseguir una conversación que sea justo para los dos’. La madre actúa bien, dando un ejemplo a esta maestra. Y muchas veces os toca a hacer lo mismo.

Como consuelo: vuestro estilo educativo tiene más impacto en los niños que el del entorno.

Educar a gemelos, mellizos y trillizos es más complicado que educar a hijos de distintas edades, sin duda. Pero las recompensas y las satisfacciones también son dobles.

 

 

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Coks Feenstra, psicologa infantil, lleva desde el año 1995 investigando el mundo de los múltiples.En 1999 publicó el Gran Libro de los Gemelos. También colabora otras publicaciones como Psychologies o Crecer Feliz.

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