A veces ocurre que uno de los gemelos o trillizos nace con un problema físico, enfermedad o es discapacitado. Para los padres significa que a su situación, de por sí agotadora, se añade una carga aún mayor.
¿Cómo afrontamos esta situación? me preguntaron, ya hace unos años, unos padres cuya niña había nacido con una anomalía congénita por lo que tenía que ser operada de corazón. Su hermano mellizo había nacido sano.
Tuve varias sesiones con los padres. Necesitaron ayuda para poder asimilar este duro golpe. Se sentían preocupados, decepcionados y frustrados. Era importante expresar el abanico de emociones que les embargaban. El embarazo fue muy bueno y nadie les había advertido que esto pudiera pasar, ya que las ecografías no detectaron ninguna anomalía. Lograron aceptar la situación y desde aquel momento la energía que habían necesitado para afrontar la situación, ahora la empleaban para estar a la altura.
Empezaron a movilizar a la familia para tener la ayuda necesaria. La melliza enferma tenía que ingresar a menudo en el hospital, así que era importante contar con una red de ayudantes. Idearon un buen plan para que al otro hijo no le faltara la atención paterna; se alternaron en las visitas médicas (el padre contó con ayuda por parte de su empresa). Una vez iba la madre y la siguiente el padre. De esta manera siempre uno de los dos estaba con el niño en casa. Los ayudantes hacían todo lo demás (compra, limpieza, gestiones etc.).
No solamente esta situación afecta a los padres, sino también al gemelo sano. No pocas veces ocurre que éste recibe menos atención, lo cual puede dañar su vínculo con sus padres.
El impacto puede ser enorme tal como aprendí de una gemela adulta. Así me contó su experiencia:
«Nací con muchos problemas de salud. Mi madre se volcó en mí y estaba muy pendiente de mí, más que de mi hermana. La relación que establecimos mi madre y yo, fue muy íntima y esto afectó negativamente a mi relación con mi hermana. Ella, hasta el día de hoy –ya tenemos 48 años- se siente resentida y me echa en cara que yo fui la preferida de mi madre. A los 5 años superé los problemas físicos y estaba sana, pero la relación con mi hermana nunca se normalizó«.
Los siguientes consejos os serán útiles para afrontar esta situación:
- Libera tiempo para estar con el gemelo sano. Es lógico que prestes mucha atención al niño discapacitado, pero hay cierto riesgo de que no te vincules con el otro. Intenta, de alguna manera, compensarlo. El niño sano puede reclamar tu atención con conductas negativas. Tenlo en cuenta. Y si las visitas traen regalos para el gemelo enfermo, pide que también le traigan uno para el otro.
- Para el gemelo sano no es fácil tener un hermano con algún problema físico o psíquico; es una carga emocional que puede desbordarle. Puede ser un motivo justificado para que los niños vayan a clases distintas, ya que le da al gemelo sano la oportunidad de ser un «niño» y olvidarse por unas horas de los problemas de su hermano.
- El gemelo sano puede sentirse culpable por la desgracia de su hermano. Preguntas como «¿Por qué yo estoy bien y él no?» son normales y hay que contestarlas con total honestidad. Aunque es importante explicarle las causas de su discapacidad, e involucrarle en los cuidados de su hermano gemelo, no hay que darle demasiadas responsabilidades; necesita ser un niño.
- Considera a tus hijos como individuos diferentes y estimula el desarrollo de cada uno según su nivel y de acuerdo con sus capacidades. No se puede evitar que uno se desarrolle más deprisa y que adelante al hermano.
Por último, os presento un enternecedor vídeo que muestra el amor que se profesan dos hermanos gemelos mongoles, y cómo el hermano gemelo sano ayuda a su gemelo discapacitado para que este pueda acudir a clase:
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Es difícil supongo, con niños de distinta edad, pues más difícil aún para mellizos y gemelos,,, supongo que la ayuda familiar, la red de apoyo, tiene que ser importantísima seguro. Un vídeo precioso, muchas gracias por compartirlo!