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Cuando digo que estoy rodeada de gemelos y mellizos… ¡No exagero! La última persona que «salió del armario» confesándome que tiene una hermana melliza fue Juan Carlos, la persona de soporte de Phil & Teds que se encarga de resolver rápidamente todas las incidencias que surgen con uno de nuestros carros gemelares favoritos, el Mountain Buggy Duet 3.0.
Después de años hablando con él casi a diario, de pronto descubrí por casualidad que tiene una hermana melliza, y le dije medio en broma que ya podía escribir alguna colaboración en mi blog desde su perspectiva de gemelo adulto.
Y cuál es mi sorpresa cuando me encuentro hoy en mi correo esta preciosa carta que ha escrito para felicitar públicamente y por sorpresa a su hermana con motivo de su (mutuo) cumpleaños, el pasado 19 de marzo.
Espero que os guste tanto como a mí. Gracias Juan Carlos por compartir tu experiencia con esta comunidad de multipadres estresados, y por atendernos siempre con tanto cariño, ¡Y feliz cumpleaños a los dos!
«Los mellizos somos hermanos especiales. No somos como los hermanos únicos, ni siquiera como los gemelos. Nosotros vivimos todo por dos; dos placentas, dos colegios, dos tartas de cumpleaños, dos bodas…
Ya vamos para 50 años juntos, compartiendo todo por duplicado. De bebés compartíamos capazo. En aquel tiempo no existían las sillas de paseo con amortiguación. Cuando llegaba un bache, rodábamos hacia el centro e instintivamente nos abrazábamos. Eso nos hizo todoterreno y ahora, cuando encontramos un bache en la vida, nos abrazamos de nuevo y los superamos juntos. Los baches son dobles, pero el dolor se reduce a la mitad.
También teníamos dos colegios. Tú ibas al colegio de las monjas, siempre con tu coleta bien peinada y el uniforme impecable. Yo, al colegio de los curas, con los pantalones remachados y los zapatos polvorientos. Que tú sacabas malas notas, no pasaba nada, ese día yo llevaba un sobresaliente y los papás se calmaban. Que e colegio no organizaba campamento, tampoco pasaba nada, mamá lo hablaba con las monjas y, me iba contigo (y 24 niñas más) al campamento de Silos.
En todos nuestros cumpleaños no había una, sino dos tartas, dos pandillas y el doble de regalos. Tú podías jugar con mi bici y yo podía usar tus muñecos (eso sí, para probar mi puntería con los dardos). También recuerdo que me gustaba subirme a los árboles. Cuando me caía, yo era el que me hacía la herida y tú la que llorabas. Ya de adultos, el día de tu boda, mientras tú estabas en el altar, era a mí a quien le temblaban las piernas.
Tras casi 50 años juntos, no puedo negar que nuestra conexión de hermanos mellizos es tan especial, que incluso en la distancia, sé cómo te sientes y si has pasado un mal día.
Estés donde estés, siempre te querré. Feliz cumpleaños querida hermana melliza.»
Juan Carlos
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