Reflexiones II: La sonrisa de un niño

Nadie puede resistirse ante la sonrisa de un niño. La risa es la expresión más pura de la bondad y la inocencia de un niño. La sonrisa de un niño es innata, espontánea, contagiosa, y nunca miente.

La sonrisa de nuestros hijos nos llena de energía y felicidad y es la mejor recompensa que puede recibir una madre. Todas esas noches sin dormir, las terribles rabietas.. Todo ello se olvida de golpe cuando vemos a nuestro hijo sonreír.

No en vano algunos estudios realizados indican que la sonrisa de un bebé activa el circuito de recompensa del cerebro en la madre, generando grandes dosis de dopamina. Diríase pues que esa sonrisa, además de una genuina expresión de felicidad, es un mecanismo biológico que ayuda al bebé a reforzar el vínculo con su madre. Otros estudios afirman que cuando la madre y el hijo se sonríen mutuamente logran sincronizar en segundos los latidos de sus corazones.

Lamentablemente los adultos perdemos con los años esa capacidad innata de reirnos sin complejos de lo que tenemos delante. Los niños se ríen entre 300 y 400 veces al día, y los adultos una media de 25 veces (con un máximo de 100).

Los beneficios de la risa son interminables; fortalece el sistema inmunológico, genera endorfinas, previene el estrés, ayuda a descargar la tensión muscular, ayuda a oxigenar el cuerpo y el cerebro e incluso quema calorías… Una sola carcajada activa en nuestro cuerpo cerca de 400 músculos.

Aprendamos de nuestros hijos. Desde aquí reivindico el sentido del humor como una herramienta imprescindible para la crianza. Cuando estés agobiada, toma aire, mira a tu hijo y sonríe. No arreglarás el problema pero seguro que serás un poco más feliz.

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