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Son las ocho de la mañana de un día cualquiera. El despertador ha sonado un par de veces pero, al no escuchar ningún ruido procedente del cuarto de los niños, lo he apagado de un manotazo. Al rato empiezo a oír unos sonidos sospechosos, no puede ser, ¡Mis mellizos ya están despiertos!
Escucho con atención y mis temores se confirman cuando oigo el característico crujido que hacen las cunas cuando mis mellizos se dedican a saltar de una cuna a otra. De momento sólo se oyen risas así que vuelvo a cerrar los ojos cinco minutos más. Minutos después oigo un grito, parece que las risas han dado paso a algún tipo de desacuerdo, lo que significa que se acabó mi prórroga.
Me levanto de la cama y voy apartando con el pie la ristra de juguetes que me voy encontrando por el camino. El perro me mira con desgana y vuelve a agachar la cabeza. Pongo mi mano sobre el pomo de la puerta y tomo aire, preparándome mentalmente para lo que pueda encontrar. ¡Lo sabía, mi hijo se ha vuelto a desnudar! Su hermana le mira estupefacta. Ella tampoco entiende esa manía que le ha entrado de desnudarse continuamente y su máxima preocupación a estas horas es que en medio de la pelea se le ha caído el chupete al suelo y no llega a cogerlo.
Observo el entorno con atención. Las colchas y las sábanas están desperdigadas por el suelo como siempre, y encima de la pila de ropa se encuentra el pijama de mi hijo y su pañal. La buena noticia es que los colchones parecen estar secos y no hay rastros de caca. Eso significa que afortunadamente he llegado a tiempo de evitar el desastre.
Saco a cada niño de su cuna y empiezan con su ritual matutino de hacer una batida por toda la habitación buscando chupetes perdidos. Intento coger a mi hijo en brazos para vestirlo pero se da cuenta de mis intenciones y sale corriendo. Cinco minutos, y unas 30 patadas en mi estómago después, los dos están vestidos y cambiados, así que me propongo a darles el pecho mientras sueño con un café bien cargado.
Abro la barrera de seguridad de la escalera y mi perro sale escopetado hacia la cocina en busca de algún rastro de comida que se le haya escapado la noche anterior. Mis hijos bajan los escalones gateando de espaldas y yo me sitúo justo detrás de ellos para evitar que se caigan. Mi hijo sale disparado hacia el cuenco de agua del perro y consigo llegar a tiempo antes de que se meta dentro. Mientras tanto mi hija ha salido corriendo hacia el salón y se encuentra pegada al cristal junto al perro pidiéndome que les abra la puerta del jardín. En el breve intervalo que trascurre entre que consigo coger a mi hija y vuelvo a la cocina, mi hijo ya se ha soltado de las ataduras de la trona y está de pie tratando de coger cualquier objeto peligroso que encuentre a mano.
Consigo convencer a mi hijo para que se siente y los dos se ponen a gritarme a la vez porque tienen sed y hambre. Reparto dos magdalenas a toda velocidad, y mientras le dan el primer mordisco sirvo rauda un vaso de leche. Mientras el primer niño bebe con ganas, casi sin respirar, el segundo niño aparta su atención de la magdalena y chilla porque también quiere beber. Le retiro el vaso al primer niño y le ofrezco leche al segundo. Al fin unos minutos de paz, el tiempo justo para preparar un café rápido mientras mordisqueo un croissant. Le doy un trago al café y me vuelven a pedir más comida, más leche, más comida, un poco de agua, más leche y más comida.
Media hora después ya se han zampado dos magdalenas cada uno, un plátano y un yogur. Aprovecho que parecen estar de buen humor para dejarles jugando un rato en el cuarto de juegos. Recojo la cocina. Me siento delante del ordenador y trato de escribir algo en el blog. Diez o veinte líneas más tarde les oigo gritar. Subo y me encuentro a los dos peleando por el mismo juguete. Trato de poner paz y vuelvo a bajar. Les oigo reír, sin duda es buena señal. Sigo escribiendo, Vuelven a pelearse y vuelvo a subir. Cuando llego hasta la puerta les oigo reír otra vez, ha sido una falsa alarma.
Escribo un poco más. De repente oigo llorar a la niña. Subo por tercera vez y me encuentro con la habitación en total oscuridad. Parece que mi hijo, además de apagar la luz, ha burlado una vez más mi rudimentario dispositivo de seguridad para evitar que bajen la persiana (consistente en pegar un poco de cinta de embalar en el botón correspondiente). Enciendo la luz y constato que, aprovechando la impunidad que proporciona la oscuridad, mi hijo está subido encima de su hermana y le está pegando. Mi hija reacciona a mi presencia con alivio. Mi hijo me mira sorprendido y sonríe avergonzado. Jugamos un rato. Los niños corren por todas las habitaciones gritando y tirando todo lo que pillan. Yo observo impasible el desastre y me siento. ¿De donde sacarán tantas energías?
Aprovecho para ducharme. Mis hijos entran al baño conmigo y comienzan a jugar su juego favorito, consistente en tirar todo lo que encuentran en los cajones dentro del váter. Meten el brazo, chapotean y llenan el suelo de agua. Cierro la puerta del baño para que empapen el resto de la casa. Enciendo el agua y me meto en la ducha. Mis hijos se dan cuenta y empiezan a protestar así que aprovecho para darles un par de botes vacíos para que se entretengan mientras tanto.
Un minuto después mi hijo se ha aburrido, ha soltado el bote y está con medio cuerpo dentro de la ducha intentando meterse conmigo. Yo trato de lavarme el pelo con una mano, mientras sujeto la mampara con la otra para impedir que se me cuele algún niño. Mientras mi hijo forcejea con la mampara, mi hija está subida de pie en el váter preguntándose qué pasaría si saltase a la ducha desde ahí. Saco los brazos y la bajo al suelo. Cuando levanto la vista veo a mi hijo con el rollo de papel higiénico en la mano y, antes de que pueda reaccionar, lo ha tirado dentro de la ducha y queda inservible.
Salgo de la ducha con el pelo más o menos limpio y me dispongo a cepillármelo cuando veo que está lleno de pelos de color blanco. ¿Será que me han salido canas? No. ¡Mi hija ha vuelto a utilizarlo para cepillar al perro! Mientras me visto mi hijo se dedica a vaciar los cajones de mi cómoda y a sacar toda la ropa que puede. Entre tanto mi hija trata de subirse a pulso al lavabo para robarme el móvil. No consigue llegar hasta el móvil, pero sí logra coger el cepillo y sale corriendo. Miro a mi perro que, tumbado en la alfombra, observa con impotencia como mi hija se tira en plancha sobre él armada con el cepillo. Agacha las orejas y se deja peinar obedientemente la cabeza, los bigotes, la boca y hasta los ojos.
Justo cuando acabo de vestirme mi hijo decide que es el momento perfecto para tomar un poco de teta. Me siento y mi hija me ve de reojo subiéndome la camiseta y viene corriendo también. De pronto tengo a dos niños gritando, empujándose y peleando para subirse encima de mí. Consigo acomodarles a los dos y miro discretamente el reloj. ¡Ya es la hora de comer!
Dios me he estresadobleyendote te queda rato para comer? ja js ja
Qué dices Mara, si las madres que no trabajamos fuera de casa no hacemos nada en todo el día ja ja ja
Jajaja Y yo pensaba q las mias eran muy inquietas!
cómo me gusta leerte,me he estado riendo un mntón,mientras pienso dios mío todo ésto no me pasa a mí sola,jajajajajajajajaja..parecen q mis múltiples hcen las mismas trastadas q ls tuyos..
Wow! Yo estoy estresada de solo leerte, mis días son muy relajados comparado con lo que acabo de leer! Ánimo! Seguro que no te aburres!!
Uff, me cansé; Mis melizos tienen 7 meses y cuando termina el día parece que me paso un camión por encima, no me imagino como termina eEspero con curiosidad la segunda parte. Saludos
Dios, eso me espera. Mis mellizos son unos buenecitos x ahora jijijiji
hay la q me espera!!! yo tengo gemelos varones de 5 meces…..
excelente! jajaja. Pero no entiendo tu comentario Somos Múltiples, es esto acaso una competencia entre quienes trabajamos fuera de casa y las que no???
Yo tengo mellizos d 28 meses y claro q dan mucho trabajo pero hay q poner unos limites.
Si les dejas hacer lo q les d la gana claro q tu casa es un caos…
Hay niños mas traviesos q otros pero como ya he dicho hay q saber decir q no y saber poner unos limites.
No x tener mellizos o gemelos nos espera lo q hemos leido ni mucho menos…
Hola Olga, no claro que no es una competición, cada situación tiene sus cosas buenas y malas. Más bien era una ironía pero no lo dije pensando en vosotros sino en algún familiar de estos que te echan en cara lo bien que vives y tal.
Hola Silvia, la verdad es que ni considero que mis hijos sean especialmente traviesos. Lo que pasa es que es un texto en el que trato de jugar un poco a la hipérbole y exagero un poco para que resulte cómico. Todo lo que cuento son cosas que hacen a veces pero afortunadamente no hacen todo eso todos los días , sino estaría ya ingresada en algún manicomio 🙂 Pero que no se asuste ninguna futura mamá ni nadie lo interprete de forma literal!
Somos Somos Múltiples una vez te escribi por privado. Me encanta esta pagina porque ser madre de multiples esmuy lindo pero es un trabajazo encantador. Yo tengo una niña de 8 y uno de 4 y hace 5 meses con 7 dias he tenido mis mellizos. Soy peruana y cuando vivia alla tenia ayuda de mi hermana mi madre y mi tia. Claro yo trabajaba. Ahora tengo mellizos, vivo lejos de mi familia, mi suegra murio hace tiempo, en fin no tengo ayuda en su totalidad pero creo yo que como mujeres que somos tenemos esa inteligencia, tan sutil y expontanea para adaptarnos y criar bien a nuestros hijos. Cuando voy x la calle pegan un grito, x exagerar( aunq ellos son + exagerados) cuando se enteran q tengo 4 y no me ayudan en nada al contrario me hacen sentir como si yo fuese culpable o algo asi de tener 4 peques… La gente hace comentarios muy desagradables… En fin, a lo que iba al leer el texto me iba imaginando todo y me pareció muy gracioso. Me sirve lo que leo para atenerme a lo que pueden hacer los mios cuando crezcan, al serdos debe haber esa complicidad de hermanos, esode trabrsuras que claro yo tb soy de poner limites pero de pensar en que me haran brota en mi una sonrisa… Besos a todas las mamis. Las dejo q tengo que terminar de cocinar q en 30 minutos vienen mis pequeños
Jajajajajajajajajaja! Cuanto me identifico! Yo también respiro antes de entrar a ver que han hecho mis mell@s. Jejejeje
No tenemos momentos aburridos cuando tenemos múltiples. Jejeje
No lo cambio por nada! ¡Feliz!
Bueno, tengo que decirte que sólo leerte acabo agotada… Parecen moviditos tus mellis, sí! He de reconocer que ni de lejos un día con mis trillis es tan loco. Se despiertan hacia las 9 y están un rato jugando hasta que las levantamos, pero no se mueven de la cuna. Puedo hacer cosas aunque esté sola porque tengo el salón acotado para ellas, es grande, y de allí no se escapan… y han aprendido muy bien que hay que esperar, y casi nunca se ponen pesadas para comer… Pero tienen a quién parecerse, ni su padre ni yo somos el paradigma de la actividad… más bien nos gusta estar tirados, ja, ja, ja!!! Y ellas igual!! Eso sí, aburrirme no me aburro ni un segundo!
Hola, Aquí me tienes tronchada y meándome de risa!! OH Dios!! La que me espera. Son una futura primeriza madre de mellizos que jamas pensó que tendría dos nenes al mismo tiempo. Al igual que vosotros también tengo un perro. Desde que estoy embarazada la veo y pienso.. La que te ha caído! También es un Golden. Suerte que estos amigos peludos son super pacientes.
Me he reído un montón y me imagino mi futuro. Me imagino que todos los días así cansa, pero tal como lo cuentas es entrañable y divertido.
Animo!