A estas alturas mis mellizos ya tienen bien definidas sus tendencias políticas. Son unos capitalistas radicales. Nada de centro derecha, ni liberalismo económico, ni eufemismos varios. Ellos son capitalistas. Así tal cual. Sin paños calientes.
El célebre economista Friedrich Hayek afirmaba que la propiedad privada es la mayor garantía de libertad. En el caso de mis mellizos parece ser que el derecho a la propiedad privada es prácticamente la única manifestación de libertad individual que les interesa de momento, especialmente si esta entra en conflicto con los derechos de un tercero. No les importa darme la mano por la calle, ni que yo decida la ropa que se van a poner o a qué hora se van a bañar. Pero lo suyo es suyo.
El problema es que, como muchos millonarios, mis mellizos nunca estiman que su patrimonio sea suficiente, y constantemente tratan de anexionar nuevos bienes, además de aderezar estas inclinaciones políticas con sus manías personales y personalísimas.
Si bien la primera palabra que empezaron a pronunciar con claridad fue “agua”, la segunda palabra que aprendieron mis mellizos fue “mío”, y ahora es un término que dominan en todas sus formas gramaticales; mío, a mí, para mí, de mí… etc. Y creo que la palabra “dame” es el la única forma verbal imperativa que manejan.
Si atendemos a la teoría del valor de Adam Smith, podemos diferenciar el valor de los bienes entre en el valor de uso (la capacidad de satisfacer una necesidad) y el valor de cambio (la capacidad de proporcionar otros bienes). Y como no, una vez las abismales diferencias de carácter entre ambos les hace situarse cada uno en un punto distinto de la clasificación.
Mi hija: entre el Síndrome de Diógenes y el Supervivencialismo
En el caso de mi hija, este apego radical a la propiedad privada adquiere tintes dantescos cuando, por ejemplo, reivindica la propiedad de la pared o la ventana de la cocina y me pide que se las entregue llorando con una vehemencia y desesperación dignas del culebrón más dramático.
El problema está en que el valor de uso no se traduce, para mi hija, en satisfacer ninguna necesidad, sino que simplemente se trata acumular objetos sin más. Es una especie de Síndrome de Diógenes en potencia que se manifiesta con especial crudeza a la hora de comer.
No exagero si os digo que en cada comida mi hija usa al menos cuatro tenedores distintos, varios vasos y tres cucharas. Y eso si no consigue robarme alguno de mis propios cubiertos. Evidentemente mis cubiertos son demasiado grandes para ella, y le resultan incómodos, pero eso es lo de menos. Lo importante es que son suyos y quiere usarlos, y es capaz de sacarse un ojo intentándolo con tal de no dar su brazo a torcer.
Pero lo que más me enerva es la acumulación de comida. Tengo la nevera llena de yogures empezados que mi hija no se ha querido tomar después de pedirlos una y otra vez. Por supuesto mi hijo tampoco está dispuesto a comérselos porque a él le gusta quitar personalmente la tapa. Así que, ¿Adivinad quien se alimenta de yogures empezados?
Y si sólo fuera a la hora de comer… Pero no, a mi hija le gusta acumular comida en cualquier hora y ocasión. En este caso estaríamos casi hablando de supervivencialismo, o sea, esa corriente de americanos chiflados que acumulan en su casa todo tipo de víveres imperecederos y artilugios varios por si se produjera algún desastre natural o directamente el apocalipsis (os lo juro, existen, he visto un documental sobre ellos y algunos hasta se construyen búnkeres en su casa). Miedo me da que en su próximo cumpleaños en vez de un juguete me pida un equipo para potabilizar el agua.
¿Y qué es lo que pasa cuando te paseas por mi casa durante horas con una tostada en la mano a un palmo del suelo? Pues que o bien su hermano, o bien el perro, se la acaban robando y zampándosela. Eso por provocar. Sea como sea, mi hija siempre acaba llorando y gritando “¡¡Máaaaaaass!!”.
Mi hijo, experto en logística y gestión de stock
Lo de mi hijo no es tanto la teoría económica sino la logística y la gestión del stock. En el caso de mi hijo, la gracia no está tanto en los objetos sino en:
a) Lo que puede conseguir con ellos.
b) Y encontrar nuevas formas de ordenarlos.
Él no tiene realmente casi ningún objeto de apego, exceptuando un pato Donald de plástico que era de mi perro y acumula más roña que el baño de una discoteca. Y lo peor no es que esté sucio, sino que pita al apretarlo, y nos pegamos cada susto por la noche con el maldito ruidito…
Pero en general, para mi hijo es mucho más interesante el valor de cambio que el valor de uso. Aunque, más que hacer trueques, utiliza los objetos como maniobra de distracción para lograr robar a su vez otros objetos de uso prohibido (tiene especial fijación por las tijeras de la cocina y el atizador de la chimenea).
En su defensa debo decir también que muchas veces, cuando le roba un juguete a su hermana, le trae otro de recambio para que no se quede con las manos vacías. Aunque me temo que más que una preocupación genuina por el estado emocional de su hermana, se trata de un ardid para que su hermana no llore y yo no le regañe.
Pero lo que realmente le llama la atención a mi hijo no son los objetos en sí mismos, sino realizar inventarios (y pobre de tí como falte algo porque no va a parar hasta que lo encuentres) y, sobre todo, buscar nuevas formas de ordenarlos. Esta última obsesión ha logrado contagiársela a su hermana y también nos tiene un poco desesperados.
Como podéis ver en las fotos, tenemos a los Mickeys y a los Minimickeys. Pues cada noche, antes de dormir, deben quedar perfectamente colocados e invariablemente en el mismo orden. Los Mickeys grandes no son el problema, porque es fácil dejarlos colgando de la cuna, pero los Minimickeys son otra historia. ¿Sabéis lo complicado que es dejar tantos muñecos sentados sobre las rejas de la cuna sin que se acaben cayendo? Y todo para de repente uno de mis mellizos se mueva al tratar de coger postura y con la vibración se caigan todos otra vez.
Pero si os gustan los retos no os perdáis el tormento desafío por el que pasamos cada mañana antes de ir a la guardería. ¿Veis esa pequeña barandilla de la foto? Pues en ese diminuto espacio tienen que quedar perfectamente colocados todos los Minimickeys. Y ojo, que en la foto aún faltan algunos. Lo peor de colocar a los Minimickeys en la barandilla no es que se caigan, sino que si esto ocurre acaban cayendo a la planta de abajo, y hay que ir a rescatarlos claro (tantas veces como se caigan)…
A mí la naturaleza me ha dotado con pulso de alcohólico, pero afortunadamente mi marido tiene pulso de cirujano. Aún así, hoy hemos llegado 45 minutos tarde a la guardería y la media está en unos 20 minutos. ¿Os he dicho que vivimos a sólo una manzana de la guardería? Pues eso, que sólo espero que se les pase esta manía antes de empezar el colegio…
Llegados a este punto, lo único que me queda claro es que el inventor del comunismo no fue un bebé. Y el inventor del reloj tampoco.
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Jajajajaja!!! Buenísimo!
Jajaja buenísimo! Entre la ventana y el donald no sé con cual me quedo!!! Ay q bien me ha venido reírme un rato después de tener a mis mellis quitándose cosas todo el día 🙂 graciassss!!!
Pues te puedes creer que el otro día en super fui a buscar otro Donald nuevo (y más limpio) para darle el cambiazo, y sólo quedaba uno y estaba guarrísimo también? Qué pasa que como son juguetes de perro no vienen limpios de fábrica o qué? A todo esto, también era uno de los juguetes favoritos de mi perro también, y da igual el juguete que le compre, mi niño se lo queda!!! Ahora tiene una zanahoria de juguete y de momento no se la han robado…
Parece que estabas describiendo a mis mellizos.Mi hija es igual a la tuya (acumula «cosas»),duerme con 3 peluches,come con varios cubiertos…. hoy por ejemplo llevaba 7 pulseras puestas en una sola mano…y cualquiera le lleva la contraria…
Y mi hijo más o menos como el tuyo,está todo el día haciendo inventario de juguetes(animalitos,coches…)y como le falte alguno no quiero contarte la que lia.Estos soletes nuestros algún dia seguro que ganan los Goyas o los Oscar ;).
A si que si te sirve de consuelo yo muy en el fondo creo que lo que hacen es normal y las mamas múltiples tenemos la suerte de disfrutar de estos momentos….:)
Yo estoy pensando en aumentar la anchura de la barandilla de la escalera, ¿Algún arquitecto en la sala que me haga un apaño baratito?
Hacia tiempo que no me reia tanto!!! Mis mellis tambien usan la artimaña del trueque para conseguir lo que quieren y tambien ordenan los peluches y muñecos en el salon como si estuvieran en clase antes de ir al cole, les ponen delante los cuentos y hasta los colores para que pinten….
Madre mía! Qué locura!
Cuentas esto y me vienen recuerdos tan lindos de mi hermana y mios. Jajaja bellos
Mis mellizos tienen 3 años, tambien acumulan cosas y llevan inventario. Tienen costumbres raras como que a mi hija le da por dormir con una cuchara con la que comia cuando era bebe. Tienen tantos juguetes que los guardo y los voy rotando, asi cada vez es la ilusion y la entretencion de ‘juguetes nuevos’, pero tambien tienen unos osos que no les puedo quitar. Su vida son esos osos. Por suerte tuve la brillante idea de comprar reemplazos identicos para poder lavarlos o tener repuesto en caso de perdida irreparable, cosa que ya paso cuando perdimos uno de los osos en una tienda aunque por suerte despues de tener a todos los empleados buscando, aparecio. Ahi compre ‘clones’. Han funcionado hasta ahora. Dicen que los «osos se bañaron» cuando los reemplazo por los limpios y huelen a detergente y no a pescado. Aunque ultimamente mi hija dice que no lo quiere bañado y que lo quiere sucio! Podria escribir un libro de historias de los osos, como cuando descubrieron donde estaban escondidos los ‘clones’ y mi hija gritaba como loca «dos Mozzys! dos Mozzys!» (Mozzy se llama su oso)
Como ves no eres la unica 🙂
Que bueno, los osos clones, jajaja
como me he reído!!!!me he podido imaginar todas y cada unas de sus peripecias! jajajaja y lo que te ries con ellos! jeje
Jajaja, yo tengo a una que duerme con 7 muñecos, 7! Y se viene a nuestra cama con los siete y como pierda uno por el camino… Ya nos ves a las 4 de la mañana buscando «ninos». El otro día recortamos y tiramos (tiró) la tela de detrás de su dudou favorito, que estaba destruida porque la arranca y por la noche venga a llorar porque el nino no tenía la tela!
La otra niña se esconde cantidades de juguetes «suyos» en cajas del tesoro y luego no hay quién los encuentre, jajaja, hace acopio como si viniera el apocalipsis también!
También ponen en fila, la mar de ordenaditos, todos los juguetes que tengan a mano, es su entretenimiento favorito.
Buenísimo. También mis mellizos dominan la palabra MIO (en mayúsculas y negrita). Esconden comida por los rincones como las ardillas, por si luego les apetece. Por cierto, he descubierto rincones en mi casa…que ni sabía que existian!!
Jajaja me ha encantado. Mis mellizos no son tan ordenados (me temo) pero sí tienen muy claro lo que significa «mío», tanto que uno de ellos, que habla en sueños, nos pega buenos sustos cuando en mitad de la noche oímos un enorme MIOOOOOOOO… debe ser que el pobre sueña que tiene luchas encarnizadas con su hermano por sus juguetes.
Me he visto muy identificada! Mi hijo tb ordena meticulosamente sus cosas y me dice «no toques mama» y como falte alguno ya la hemos liado. La niña es caótica y acaparadora 🙂 se mete cartas y fichas d dominó o piezas de lego en las mangas o en la camiseta jeje y como Carol H. Linacre tb tenemos clones de los muñecos de dormir jeje uno para la guarde, otro en casa y otro de reserva bien escondido.