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Aún os quedan un par de semanas para disfrutar de alguna que otra excursión con vuestros gemelos, mellizos o trillizos. Y esto es muy positivo, ya que el contacto con la naturaleza beneficia a los niños de un modo especial.
El trastorno del déficit de naturaleza
Fue el periodista y asesor del Comité del Desarrollo Infantil del Consejo Científico Nacional de los EE.UU., Richard Louv el que alertó sobre el poco contacto que tienen los niños actuales con la naturaleza. En su libro ‘El último niño del bosque’ alerta sobre lo que él llama ‘el trastorno del déficit de naturaleza’.
Louv pasó 10 años viajando por toda Norteamérica. Entrevistó a padres, hijos, expertos en la naturaleza, profesores, sociólogos… Y concluyó que la generación nacida antes del 1960 es la última que ha vivido aún en contacto estrecho con la naturaleza. La mayoría de los niños occidentales nacidos después del 1980 no ha oído decir a sus padres frases como: ‘hijo, sal a jugar fuera’ o ‘vete a correr por el campo’.
Aunque la situación descrita por él no es del todo equiparable con la que tenemos aquí en España –sobre todo en cuanto a las zonas rurales-, sí es cierto que hoy en día los niños juegan menos al aire libre que los de generaciones anteriores.
El tiempo libre de los niños está más controlado, por ejemplo mediante las actividades extra-escolares; el tráfico se ha ido intensificando, los espacios verdes han ido cediendo terreno a la construcción y también los padres actuales tienen otra actitud frente al juego en la calle; ven el exterior de su casa como algo amenazador. Todos estos factores hacen que los niños pasen más tiempo dentro de sus casas y estén menos en contacto con la naturaleza.
¿Cuál es el secreto de la naturaleza?
Este desarrollo no es positivo. Piensa por ejemplo un momento en el recuerdo más hermoso que guardes de tu propia infancia. Es muy probable que tenga que ver con una experiencia que viviste en la naturaleza, como el paseo con tu padre en bici, una tertulia alrededor de una hoguera de verano, una tormenta vivida en plena montaña donde te refugiaste en una casita o aquella vez que te bañaste en un riachuelo.
El contacto con los elementos básicos, como el agua, la tierra, la brisa y el sol nos beneficia a nivel físico y psíquico. Nos relaja. Tanto es así que en las oficinas donde hay plantas y pósteres con imágenes de la naturaleza, como un lago o un bosque, las personas trabajan mejor y enferman menos que las que están desprovistas de esta ‘imitación natural’. Y si al personal se les obliga a pasear a mediodía unos 30 minutos en un parque cercano – de cuidad- éste rinde después mejor que otros que se quedaron a descansar en la cafetería.
Para el niño pequeño el efecto de la naturaleza aún es mayor: allí encuentra elementos sueltos, como piedrecitas, palitos, piñas… que le inspiran en sus juegos. Puede dar rienda suelta a su imaginación: Los palitos le sirven de coches o indican un camino; las piedrecitas son su tesoro y las ramas caídas son las paredes de su cabaña. Todos estos elementos, combinados entre sí de muchas maneras, le dan posibilidades para el juego y estimulan su creatividad e ingenio.
Sus sentidos se agudizan al aire libre: la hierba huele diferente tras una lluvia, las flores en primavera desprenden un olor especial, la nieve es suave y gélida a la vez y los grillos no dejan de hacer ruido. Hasta los bebés perciben este abanico de aromas, olores y sonidos.
El juego de tus hijos también es diferente que el de dentro de casa: al disponer de más espacio se pelean menos y son más cooperativos el uno con el otro. Salvo alguna pelea, trabajan juntos para llevar a cabo lo que llevan en mente. Por tanto, puede que disfrutes de momentos especialmente armoniosos entre ellos. Y el sueño, tras un día en la naturaleza, es más profundo y reparador. La motricidad gruesa se estimula con el juego al aire libre y es un buen antídoto contra la obesidad.
Louv define el escaso contacto del niño con la naturaleza como un trastorno de déficit de naturaleza, cuyos síntomas son: Falta de atención, depresión, obesidad, ausencia de creatividad y curiosidad, ignorancia sobre la vida natural, falta de relación del niño con el entorno, individualismo y escaso sentido de comunidad. Pero también habla del antídoto: devolver a los niños al entorno.
Soluciones para este déficit
Por un lado, debe haber iniciativas por parte del Estado para promover las zonas verdes en la cuidad. Estas empiezan a verse. Por ejemplo con su proyecto Anillo Verde, Vitoria ha recuperado para la población espacios naturales que rodean la ciudad e impulsa proyectos que llevan a los niños a la naturaleza. Vosotros mismos podéis también influir al aspecto:
- Optad por llevarles al campo, bosque, etc. Si dudáis entre llevarles a un salón de ‘piscina de bolas’ o una excursión al campo, elige lo último. El efecto para los niños es mucho más relajante y sano. La diversión en una piscina de bolas puede ser buena alguna vez – en una tarde de lluvia -, pero es una actividad que les estimula sobremanera y les deja muy excitados, lo cual dificulta su posterior sueño. Todo lo contrario con lo que ocurre tras un largo paseo por el campo o la playa.
- Permitidles que se embarren y se ensucien. Los niños necesitan sentirse libres para poder jugar a sus anchas.
- Enseñadles las huellas de los animales, como las madrigueras, las cáscaras de piñas comidas por una ardilla, las telarañas etc. Cuéntales sobre su vida y costumbres.
Para que vuestros gemelos, mellizos o trillizos disfruten no se necesita mucho ni se trata de una excursión cara. Comer al aire libre, un picnic con bocadillos y bebidas, les encandilará aún más. Y quizás éste se convertirá en uno de los recuerdos que guardarán para siempre.
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Hoy en día tienen menos contacto, por desgracia.
Yo a veces las llevo a hacer»senderismo»pero no es lo mismo.
Yo tenía naturaleza y animales más a mano que mis hijas y me da pena.
Nosotros somos de pueblo y con un padre ganadero/agricultor y una madre geóloga de naturaleza van sobradas!
Natalia Rastrojo, igual que mis niños!! La mamá geologa …abuelos paternos agricultores y abuela materna amante de la naturaleza. Así que estos niños, espero que vayan servidos. Por ahora, ya hemos ido un par de veces a hacer «senderismo»..aunque son chiquitines…22 meses. Les encanta!!
Que foto más bonita
Maravilloso artículo!!! Diego Bello léetelo entero!!!!
Natalia Rastrojo, igual que mis niños!! La mamá geologa …abuelos paternos agricultores y abuela materna amante de la naturaleza. Así que estos niños, espero que vayan servidos. Por ahora, ya hemos ido un par de veces a hacer «senderismo»..aunque son chiquitines…22 meses. Les encanta!!
El otro día mi hijo comentaba: – nunca he visto una mariposa-
-No es cierto hijo, viste mariposas cuando fuimos al cumpleaños de tu amiguita en el parque, ¿no te acuerdas?-
Parece ser que no se acordaba. :-$
Así que cuando vuelva de ver a los abuelos, ¡fijo me lo llevo al campo!
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Yo no salí de mi casa en toda mi infancia…creo que por eso me siento ahora tan feliz de vivir rodeada de naturaleza…
Es cierto hija, amo la naturaleza y la respeto, me he criado entre el campo y la ciudad, pero indudablemente donde fui muy feliz, fué en esa naturaleza bella y generosa de nuestra Andalucía, de la vega granadina, impregnado mi alma de esos olores, colores y sonidos, conociendo los árboles , subiendo por sus ramas,.a la más alta del nogal! Y teniendo en una higuera una casita imaginaria en la curva del tronco con las ramas…y arbustos, y rodeada de animales domésticos, patos, gallinas, conejos, perros… Magnífica experiencia para un niño/ a !!! Llevad a vuestros hijos al campo, enseñadles a amarlo, a vivirlo, que vean, toquen, animales,os lo agradeceran siempre!!!
Nosotros vivimos en una ciudad gigantesca la cual no tiene en cuenta las necesidades de dos niños pequeños. Los parques son escasos y muy sucios asi que si queremos que nuestros hijos disfruten de la naturaleza cogemos el coche, hacemos unos kilometros y nos vamos a pasar un ratito al campo. Alla saltan, corren y vuelven a casa felices. Un saludo.