El colecho con gemelos o mellizos (II): La historia de Noelia

Como os adelantaba ayer en el post dedicado a mi experiencia colechando con mis mellizos, una de nuestras lectoras, @Noelilp, se ofreció amablemente a compartir también su historia de colecho con nosotros. Noelia es mamá de tres hijos, una niña de 3 años y mellizos de 20 meses, y tal y como ella misma se define en su perfil de Twitter, le sobra amor pero le faltan manos. Dicho esto, os dejo con su testimonio lleno de amor y ternura:

«Todo empezó cuando llegó a nuestra vida Ol. No sabíamos que era eso del colecho ni la crianza con apego, desconocíamos la terminología, simplemente nos dejamos llevar por nuestros instintos. Ol nació después de 3 días de parto, estaba exhausta y me quedé dormida con ella al pecho, a los 30 minutos estábamos dormidas en una cama diminuta.

Llegamos a casa y se unió papá. Nunca utilizamos el moisés. Pusimos la cuna en modo sidecar y cambiaba a la niña de lado en función del pecho que debía tomar. Así hasta los 16 meses. Montamos una cama y se la ofrecimos. Se fue a su habitación. Sin más. Si se despertaba venia a nuestra cama, me hacia ir a su cuarto para que me sentara a su lado y se volvía a dormir.

Unos meses después llegaron los mellizos. Ahora ya sabíamos lo que era el colecho y para ellos queríamos lo mismo, pero no nos imaginábamos lo necesario que sería. Nacieron por cesárea de urgencia a las 31 semanas, con una estancia en Neonatos de 26 días. Teníamos mucho tiempo que recuperar.

Dormir con un bebé recién nacido puede dar algo de “miedo” y dormir con dos y encima prematuros “daba pánico”. El colecho múltiple es duro, ¡Hay niños por todas partes!

Instalamos la cuna sidecar pero la acababa ocupando Ol, que decidió que volvía a la cama familiar.  La distribución era algo así: NIÑA (sidecar)- BEBÉ1 – MAMÁ ( me giraba en función del niño que quería comer)- BEBÉ2- PAPÁ.  Para que os hagáis a la idea, dormíamos en una cama de 1.50 + cuna sidecar.

Bebé2 necesitaba dormir cerca de su padre. Se ponía muy nervioso, lloraba  y gritaba. Papá se ponía en posición fetal con Bebé2 dentro y automáticamente se relajaba. Es una de las cosas más hermosas que he visto en mi vida.

Sabemos que tuvieron un nacimiento traumático pero también sabemos que el colecho ha disminuido las secuelas. Necesitaban nuestro calor y nunca nos plateamos negárselo. No podíamos.

Y por otro lado, esta era la manera más práctica y cómoda para amamantar y poder descansar por las noches. Esto no quiere decir que las noches no fueran duras. Dar el pecho a dos bebes es agotador, se despiertan cada 3 horas que en realidad es cada 2, porqué cuando el segundo acaba ha pasado un buen rato y el primero está a punto de volver a empezar. Así que estar tumbada y dar cabezaditas ayudaba mucho.

Al año montamos una habitación para los 3 y parecían encantados. Ahora, con 3 años y 20 meses  duermen toda la noche del tirón pero no son pocas las mañanas que amanecemos los 5 en la cama.  A partir de las 6 empieza una procesión de niños hacia la cama familiar. Nos encanta amanecer con ellos, jugar un rato, besarnos y levantarnos con buen humor para afrontar el día a día.

Sé que somos muy afortunados, nuestras “malas noches” se cuentan con los dedos de una mano y el colecho tiene mucho que ver. Cuando uno de los tres está enfermo o simplemente se despierta no dudamos en llevarlos a nuestra cama y descansamos todos.

Me encanta dormir con mis hijos. Hay quien dice que la pareja debe tener su espacio y es cierto. Pero la pareja que quiere encontrarse se encuentra.«

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