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Los tratamientos de fertilidad han vivido un auge desde que en 1979 nació in Inglaterra la primera ‘niña probeta’, Luisa Joy Brown. En España fue la niña Victoria Anna Sánchez, la que vio la luz en 1984 gracias a la ‘madre científica’ de la primera niña probeta española, la ginecóloga y doctora en biología Anna Veiga.
Sin duda, estas posibilidades de los tratamientos de reproducción asistida (TRA) dieron la vuelta al mundo y significaban para muchas parejas la realización de sus sueños.
Nuevos datos sobre la salud de los niños nacidos por reproducción asistida
Ya son casi cuatro décadas en las que los tratamientos de reproducción asistida no han hecho más que crecer y perfeccionarse. El número de bebés, nacidos mediante tratamientos de reproducción asistida, crece también. Se calcula que asciende entre el 1% a 4% del total de bebés nacidos en los países desarrollados.
Al mismo tiempo crece cierta preocupación. En el folleto de la Asociación de los Ginecólogos Holandeses (NVOG) sobre los tratamientos de fertilidad hace unos años se podía leer la afirmación que los bebés nacidos mediante TRA estaban igual de sanos que otros nacidos de modo natural. Hoy en día se ha ajustado esta información y se habla de ciertos posibles riesgos.
¿Hasta qué punto los tratamientos de fertilidad influyen en la salud de los bebés? Y ¿cuáles son estos riesgos?
Datos contradictorios sobre la salud de los niños nacidos por reproducción asistida
Para empezar, hay mucha controversia en lo que concluyen unos y otros estudios. Para daros un ejemplo:
El riesgo de dar a luz a un bebé muerto es cuatro veces mayor entre las mujeres sometidas a tratamientos de fecundación invitro o similares que entre las demás embarazadas, concluyó en 2010 un estudio danés. Pero en las mismas fechas un estudio sueco, publicado en la misma revista (Human Reproduction) no había encontrado que exista un mayor riesgo en este sentido. Otro ejemplo son los estudios sobre la salud de los niños nacidos en estos 30 años, que en general no han encontrado diferencias significativas respecto a la población general.
No obstante, Richard M. Schultz, decano adjunto de ciencias naturales de la Universidad de Pensilvania, afirma en 2009 que en la comunidad científica hay cada vez más consenso sobre el hecho de que existen riesgos. Y añade, que ‘nos corresponde a nosotros averiguar cuáles son estos riesgos y si podemos hacer algo para reducirlos al mínimo’.
Defectos congénitos en los niños nacidos por reproducción asistida
En 2008 en Atlanta, EE.UU., los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) publicaban un artículo que decía que los bebés concebidos mediante fecundación in vitro o técnicas en las que el esperma se inyecta directamente en el óvulo (ICSI), tienen un riesgo ligeramente mayor de presentar algunos defectos congénitos, como un hueco entre las dos cámaras del corazón, labio leporino o paladar hendido, un esófago mal desarrollado y un recto con alguna malformación.
Y hay más estudios que confirman estos datos. Mientras que en la población general el riesgo a un defecto congénito en el bebé es de un 2% a 3%, en los bebés concebidos tras un tratamiento de reproducción asistida es del 4,5%. Estos resultados coinciden con otro estudio hecho en Suecia entre 16.000 bebés, concebidos mediante fecundación in vitro.
También se estudió la incidencia de anomalías cromosómicas en los embarazos conseguidos tras ICSI en comparación con la población general neonatal. Y se han comprobado que efectivamente hay más alteraciones cromosómicas en el grupo de bebés, conseguidos tras una ICSI que tras un embarazo espontáneo.
Las posibles causas de este riesgo incrementado
Si existe realmente una relación entre la reproducción asistida y defectos congénitos, ¿cuáles son las causas? Hay diversas hipótesis:
- La técnica en sí: La manipulación en el laboratorio de los óvulos y los espermatozoides supone un estrés físico y químico para las células que podría conducir a un aumento del número de mutaciones y por tanto, de malformaciones congénitas. Por tanto hacer crecer embriones in vitro, en una placa de Petri, podría generar cambios en la expresión genética, quizás también a causa del medio del cultivo. Una de las cosas que proporciona el medio de cultivo son los compuestos químicos que pueden usarse para añadir grupos metilo a los genes. La presencia o ausencia de grupos metilo puede determinar si los genes están activos o no, un proceso que es estudiado por la epigenética. Dicho de modo más sencillo: el medio modifica el estado del material genético, regulando así –epigenéticamente- la expresión genética. Y estas alteraciones (mutaciones) pueden generar enfermedades raras y bien causar pesos muy bajo al nacer.
- En el tratamiento de ICSI (inyección espermática intracitoplasmática) se elimina la selección natural que tiene lugar en la concepción natural (el espermatozoide más fuerte fecunda al óvulo). ICSI es un tratamiento, parecido a la fecundación invtro, pero en vez de que el óvulo y el espermatozoide se unen en la placa de Petri, se inyecta el espermatozoide directo en el óvulo, tras lo cual se transfiere el embrión al útero. Como el espermatozoide está inyectado directo en el óvulo, es teóricamente posible, a pesar de una buena selección en el laboratorio, que alguno con alguna anomalía fecunde al óvulo, algo que no ocurriría en una concepción natural. El riesgo de que el hombre con pocos espermatozoides (el motivo principal del ICSI) tenga anomalías en su material genético es mayor en en este caso que en otro sin problemas de fertilidad.
- El tratamiento hormonal y los problemas de salud que afectan a la fertilidad de los padres, así como la edad de los mismo, también podrían también ser algunos factores responsables de malformaciones.
En cuanto al primer punto: Andrew Feinberg, catedrático de medicina y genética en la Universidad Johns Hopkins empezó a preocuparse cuando investigó las alteraciones en la expresión genética que vio en niños, afectados por ciertas enfermedades raras, como el síndrome de Wiedemann-Beckwith y Angelman. Descubrió que la incidencia de estas patologías era algo mayor en niños que habían sido concebidos tras un tratamiento de reproducción asistida. Feinberg aboga por que se realicen más estudios.
‘Puede ser complicado averiguar qué es lo que hay en el medio de cultivo, sí es que hay algo, que afecta negativamente al crecimiento de los embriones’.
También Schultz afirma que la manipulación y el cultivo de embriones son factores que contribuyen a los defectos congénitos, pero que puede que éstos no se pongan de manifiesto hasta la edad adulta o vejez.
Otros destacan que no es tanto el tratamiento de fertilidad el factor determinante en cuanto a defectos congénitos, sino los propios problemas de salud de los padres, el punto 3. Los investigadores suecos descubrieron que el aumento de riesgo de defectos congénitos también se dio en padres que llevaban ya un año intentando engendrar un hijo. En estos casos el riesgo no está relacionado con la técnica in vitro en sí, ya que estos padres consiguieron finalmente un embarazo sin ayuda. Concluye Karl-Gosta Nygren, de Estocolmo:
‘Los padres con problemas de fertilidad tienen un riesgo mayor de tener hijos con alguna anomalía. Esto tiene que ver con su fertilidad disminuida. La herencia jugará un papel en ello’.
Otras publicaciones han demostrado que la infertilidad por sí misma está relacionada con una disminución de peso en los recién nacidos, incluso cuando la mujer logra quedarse embarazado de modo espontáneo. Por tanto, el parto prematuro y el bajo peso no necesariamente son causados por el tratamiento en sí.
De todos modos, lo que sí está demostrado y generalmente aceptado, es que los bebés conseguidos mediante reproducción asistida nacen antes de tiempo y con un menor peso. Pero, reitero, se piensa que el factor decisivo en ello no es el tratamiento sino la propia infertilidad de la mujer. En cuanto a los partos múltiples, ya sabemos que la duración del embarazo siempre es más corta, en torno a las 37 semanas. Y puede que el hecho de que los bebés sean concebidos por vía artificial aún acorte más este tiempo, pero no se han hecho estudios específicamente sobre este tema.
Queda todavía mucho por analizar. Se requieren más estudios profundos y sobre todo prolongados en tiempo.
Sé que muchos de vosotros tenéis hijos, gracias a las TRA. No he querido alarmaros, pero sí dar información lo más fidedigna posible de todos los artículos que aparecen en el mundo científico y que no llegan directamente al consultorio del ginecólogo. Lo que sobre todo leo en la mayoría de las publicaciones, es la información de que sí hay un cierto riesgo a problemas de salud. El riesgo de nacer con algún tipo de defecto es mayor con cualquiera de las técnicas de reproducción, pero también hay diferencias significativas según la técnica empleada. Por ejemplo, la técnica de ICSI conlleva un mayor riesgo que la FIV.
La dificultad de estos estudios se debea la multitud de factores que influyen en los resultados, como la edad de la mujer (a más edad más riesgo), el método aplicado (las técnicas más invasivas elevan los riesgos), la calidad del material de los padres (los gametos) y un largo etcétera.
También –no cabe duda- influye el hecho de que hoy en día el tratamiento de la fertilidad se ha convertido en un asunto económico. Este aspecto puede comprometer la honestidad de los médicos en cuanto a dar información negativa sobre los efectos de las técnicas de reproducción asistida. Quizás esto explique la gran diferencia que encuentro en los diferentes artículos que van desde el mensaje ‘los niños concebidos con TRA no tienen más problemas de salud que los concebidos de modo natural’ al otros con lanzan un aviso ‘los niños concebidos con un TRA corren un riesgo algo mayor a sufrir defectos congénitos que otros’.
Por otro lado también es cierto que muchas parejas no preguntan por este tema. El deseo de convertirse en padres es tan profundo que no quieren ni planteárselo. Por tanto, no suele ser un tema que se aborda en la consulta del ginecólogo.
En el siguiente post quiero abarcar el tema del desarrollo psico-neurológico del niño, su salud mental y el modo en el que los padres ejercen la paternidad. Os puedo asegurar que en este post los datos son más positivos y también menos inciertos, porque parece haber menos controversia en los resultados.
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