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Algunos mellizos, gemelos y trillizos se chivan continuamente de su hermano. “Mamá, él ha tirado de la cola al gato” o ‘¿Sabes que tomó otra galleta?”. A la mayoría de los padres estas conductas suelen desagradarles mucho más que cuando se defienden el uno al otro.
La idea subyacente es que entre hermanos no se chiva. Por tanto ¿Cómo hay que actuar en estas situaciones?
En primer lugar hay que comprender sus motivos. Puede que el niño –sobre todo entre los dos y cuatro años- se chive porque está aprendiendo a obedecer y a seguir las normas y se asusta al ver que su hermano no las cumple. Está algo obsesionado con el tema y se angustia cuando las cosas no se hacen de manera correcta. En este caso lo mejor es tranquilizarle y explicarle que papá y mamá se encargan de la situación y de enseñarle las buenas conductas a su hermano.
Otro motivo bien distinto es cuando el niño se chiva como modo de rebajar al otro (“Ella se comportó mal” lo que significa ‘y yo no”). En este caso es probable que el niño tenga una autoestima baja. De esta manera busca los elogios (“¿Ves lo bueno que soy yo? Pues dímelo”) o bien un consuelo (“me ha pegado” lo que significa “necesito un beso”).
En estos casos demuéstralo que siempre estáis interesados en él sin que haya necesidad de chivarse, como por ejemplo: “Cuéntame siempre lo que te pasa, pero no es necesario que hables mal de tu hermana”. Conviene decir algo parecido cuando uno chiva las trastadas del otro, ocurridas en el colegio. Pero si uno de vuestros hijos continuamente está criticando al otro y poniéndoos al tanto de todas sus ‘maldades’ conviene ser contundentes y decirle que no os gusta oír estas historias. Si algo va mal, será la maestra la que os informará. A veces esta conducta, sobre todo cuando persiste, es para los padres un motivo para optar por clases distintas en el siguiente curso.
En general cuando los gemelos, mellizos o trillizos se chivan conductas del otro u otros, es señal de que algo no va bien en su relación y que hay un elevado nivel de competitividad, rabia, celos…etc.
A veces se debe simplemente a que pasan demasiado tiempo juntos y que necesitan jugar más con otros amiguitos. También puede indicar que el tiempo individual que pasan con sus papás, es muy poco y lo necesitan más. Es una pauta que nombro a menudo porque es una panacea contra muchos males. El tiempo a solas con mamá o con papá satisface la necesidad que cada hijo tiene por sentirse querido y escuchado. Colmado este deseo, ellos se aguantan mucho mejor y compiten menos.
También es importante no elogiarle a uno comparándolo con el otro. ‘Ves que bien termina Juan su plato. Pues ahora tú, Pablo’. Comparaciones de este tipo aumentan la rivalidad entre ellos y dañan su relación. La clave está en elogiarles a cada uno por sus buenas conductas sin nombrar al otro.
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Súper interesante como siempre, sobre todo me ha gustado el final, con lo de la comparación con el otro. Es tan fácil caer en eso!!!
Lo mismo pienso, la comparación esta siempre al día, aunq no debería ser asi .